Me levanté muy cansado pues casi no dormí, aunque las pocas horas que lo hice fueron en modo piedra.
Tras tener un desayuno tipo buffet, un breve recorrido por el frente del hotel y sacar algunas fotos,
subí por el equipaje pues a las 10 enviarían a alguien por mí de
parte de la universidad y no se les podía hacer esperar.
Estaba sorprendido pues son muy
puntuales y eran las 10:15 y no había nadie, cuando como a esa hora
llegó finalmente mi guía. Su nombre es José y es peruano y ha
vivido en Japón unos 17 años, según me dijo.
José me llevó a la U y ahí conocí
al famoso árbol de cerezo y a sus flores, llamadas sakura. Fue un
momento mágico, pues son el signo de Japón y solo durante esta
época están floreciendo. Ya en el Departamento de Asuntos
Internacionales inicié varios trámites que estarán listos en unos
días, tales como la apertura de una cuenta de banco con la oficina
de correo. También recibí mi carné de universitario y muchas
instrucciones.
De ahí José tenía que llevarme a
hablar con la dueña de los apartamentos en donde iba a alquilar.
Llegamos antes de la hora y estuvimos revisando todo lo que estaba en
el cuarto, mientras yo aprovechaba para preguntarle cómo funciona
cada cosa.
La administradora llegó pasado el
medio día (se trata de Katou-san) y firmé el contrato con ella, lo
que significa que voy a estar viviendo en ese lugar al menos un año.
Los apartamentos quedan muy cerca de la U, pero algunos servicios
faltaban de activar. José me llevó a dar un pequeño tour (general
pero sumamente útil) por el campus de mi universidad llamado Youtou.
En el que voy a estudiar se llama Mine.
Regresamos para que el señor de la
empresa de gas me habilitara el servicio y tras explicarme cómo
quedaba todo, me despedí también de José.
Justo cuando terminé de hacer una
lista de lo que debía comprar, el cielo se puso muy pesado e inició
mi primer aguacero en Japón, así que quedé en el cuarto, sin
posibilidades de moverme. El aguacero se prolongó e incluso granizó
muy fuerte.
Estaba muy cansado y me terminé
quedando dormido durante al menos un par de horas. En cuanto se
despejó, salí rápido de compras, buscando prioritariamente un
paraguas, pues era parte del problema que tenía en ese momento.
Fui al supermercado Beishia y lo
recorrí lo mejor que pude, con muchísima paciencia. La prioridad
era conseguir una plantilla de gas, pero solo encontré plantillas
portátiles, por lo que no pude comprarla todavía. Esta visita fue
toda una experiencia pues muchas de las cosas comunes y corrientes no
las logré encontrar, mientras que la variedad de productos y lo
llamativo de cada uno fueron muy interesantes. Yo diría que al menos
la mitad de todo lo que vi me era desconocido, pero disfruté
muchísimo el rato.
Algo interesante es que pocas cosas
vienen con el nombre en inglés y hay muchísimos productos asiáticos
y desconocidos por nosotros. Tras pagar, tuve que pasar a Family Mart
(uno de los famosos locales llamados “conbini”), pues había
olvidado comprar paños.
Hay algunos puntos que quisiera recalcar:
- En este momento hace más frío aquí que la temperatura récord en Costa Rica.
- Caminar por las aceras es disfrutable, pero hay que tener un cuidado extremo con los ciclistas, pues aquí cuando se anda en bicicleta se debe andar por la acera.
- La ciudad es tranquila y agradable y hasta lo que he podido ver, bastante plana, lo que la hace perfecta para andar en bicicleta.
- Tal y como me lo imaginé, los japoneses me tienen miedo y los que me han hablado lo han hecho con toda la amabilidad del mundo, pero usando un japonés tan elevado que quedo abatido por estocada. Me falta aprender muchísimo y no puedo esperar para aumentar mi japonés.
- Los sakura se pueden ver en varios lugares de la ciudad, de la cual he visto creo que lo más un 1%.
- Todo me hace gracia y todo me gusta. Repito: estoy muy contento.
Al regresar al apartamento, comí
algunas cosas que compré y salí a saludar al vecino de al lado,
quien en la mañana me había hecho una propuesta para compartir el
internet. Resultó ser de Indonesia, gente a la que le tengo mucho
aprecio desde ISFiT. Su nombre es Agung Prasetyo, alias Tyo. Tras
hablar con él un rato, me ofreció ayuda en todo pues ya tiene en
Utsunomiya año y medio. Incluso, me prestó varias cosas y me
obsequió algo de comida para el otro día. Me recomendó pedirle a
Katou-san que me diera una plantilla, puesto que los otros cuartos
cuentan con una por el mismo precio.
Para variar, terminé acostándome en
la madrugada, muy cansado nuevamente, pero sumamente contento.
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