viernes, 13 de diciembre de 2013

Monumento de la Revolución, Antiguo Arzobispado y de vuelta a Costa Rica

Ciudad de México, México. Miércoles 11 de diciembre (2013)

Lo primero que hicimos fue salir y llamar a la empresa de los taxis para pedir uno en el hotel a las 17:15 minutos.

Por motivos de ahorro de tiempo, decidimos simplemente comprarnos unos panes en La Visconia y no tomar un desayuno completo, como lo habíamos estado haciendo hasta hoy.


El día de hoy tenemos que desalojar el cuarto del hotel a las 13 horas, por lo tanto, tendríamos que estar a eso de las 12 en el lugar, para tener tiempo para empacar. Tomamos el metro en Allende hacia la estación Revolución (que realmente queda muy cerca de ahí). Tuvimos que caminar cerca de tres cuadras para llegar hasta la Plaza de la Revolución, en que el Monumento a la Revolución queda.


Nos sorprendió que en la plaza encontramos una manifestación, pues mucha gente estaba viviendo ahí en tiendas de campaña, de forma tal que la mayor parte de la plaza estaba cubierta y era algo difícil moverse, pues había que esquivar las cuerdas que sujetaban las tiendas.


En el Monumento, nos dimos cuenta de que habían varias opciones: visitar el Museo de la Revolución, hacer una visita a los basamentos del Monumento e ir al mirador (pero hasta a partir del medio día). Como Monse no estaba interesada en seguir ahí y quería ir de compras, ahí nos separamos.


Para entrar al museo había que pagar 25 pesos (o 12.5 en caso de tener carné de estudiante). La primera sala está dedicada a la historia del Monumento mismo y a partir de la segunda, a la Revolución mexicana. Gracias al museo, aclaré muchas cosas de la historia de México que había podido ver en otros lugares en los días anteriores y la relación entre personajes importantes de la historia de este país, su contexto y la influencia de otros países. Un aplauso.


Salí a eso del medio día del museo, así que decidí hacer las otras visitas (basamentos y mirador). El costo era reducido por ser miércoles, pues me cobraron 30 pesos y aparentemente cobraban 40 o 50, no lo recuerdo bien.
En la parte de los basamentos es posible observar el gran trabajo previo que fue necesario para construir la cúpula. Hay también un sistema de espejos, que permiten ver las partes más antiguas de la misma, a inicios del siglo pasado.


Terminada la visita, hay que tomar un elevador hasta la parte más alta del Monumento, desde donde puede hacerse un recorrido a pie con vista 360.
Ambos recorridos (basamentos y mirador) tuve que hacerlos muy rápido, puesto que se supone que tenía que llegar al cuarto a eso de las 12 y cuando salí de ahí faltaban unos 20 minutos.


Me moví rápido, pero varias cosas se confabularon en mi contra: un señor me pidió ayuda con una dirección, a diferencia de cuando íbamos, había una fila para comprar los boletos, etc.


En todo caso y sin tomar en cuenta que salí muy tarde, llegué creo que prácticamente a la 1 al hotel. Me moví a empacar y terminé en unos 10 minutos. Salimos y le pedimos al encargado (se llamaba Pascual y siempre sobresalió por tener un rostro amargo y no ser muy jovial que digamos) que nos hiciera el favor de guardar las maletas mientras llegaba el taxi. Don Pascual accedió y dejamos los bolsos en un cuartito-bodega del hotel.


Fuimos a almorzar en Potzollcalli y luego nos separamos nuevamente.
Mi plan original era visitar el Palacio Nacional y luego el antiguo edificio del Arzobispado. Por algún motivo, el Palacio Nacional estaba cerrado, así que tuve que irme directo al Arzobispado.


El edificio es muy bonito y tenían una venta de productos navideños, así como varias salas con exposiciones de arte, incluyendo una sobre 50 fotografías de la National Geographic. Estuvieron muy buenas. De ahí fui a intentar comprar algunas cosillas, pero lamentablemente no lo logré y solo compré un pequeño artículo.


Para cuando llegué al hotel ya eran las 17 pasadas. El taxista ya había llegado y tanto el equipaje como la propia Monse ya estaban adentro. Apenas me subí, partimos hacia el aeropuerto.


En el aeropuerto todo nos salió muy bien, excepto que el avión tenía que salir a las 21:33 y salió a eso de las 22:28.


El viaje transcurrió sin problemas y llegamos a Costa Rica 2 horas y 37 minutos. Mi equipaje tardó mucho para salir y de ahí lo que quedaba era llegar a mi casa, lo que ocurrió como a las 2 de la mañana.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Al Museo del Templo Mayor de Tenochtitlan

Ciudad de México, México. Martes 10 de diciembre (2013)
 
Hoy me levanté tarde y atrasé la salida. Fue como hasta las 10:30 que llegamos a nuestro primer destino del día de hoy: la Catedral Metropolitana.

En la Catedral tienen visitas guiadas al campanario y precisamente la primera era a las 10:40. El costo es de solo 20 pesos e incluye material y solo tuvimos que esperar muy poco. Nos atendió don Ángel, un campanario que trabaja como voluntario.

Terminado esto fuimos al Museo del Templo Mayor (costo = 57 pesos). El lugar es impresionante y no se le queda atrás al Nacional de Antropología. Contiene piezas monumentales, tales como Tlaltecuhtli , Coatlicue y Coyolxauhqui, que estaba ansioso por ver.

Como Monse se había retirado antes, salí del museo a eso de las 17 horas y fui al hotel a dejar algunas cosas, para poder ir a cenar a Manolos. Al llegar, Monse estaba terminando. De seguido emprendimos camino hacia Plaza Garibaldi, pero por el frío, le pedí a Monse que volviéramos al hotel por las suetas.

En Plaza Garibaldi realmente no me pareció que hubiera nada meritorio, pero al menos ya conocemos.

Regresamos al hotel y discutimos cómo y qué hacer en nuestro último día en México. Decidimos ir al monumento de la revolución y luego separarnos, para que Monse vaya de compras mientras yo voy a revisar muchas visitas pendientes.

martes, 10 de diciembre de 2013

A Xochimilco para llevarla más suave

Hemos llevado un ritmo muy fuerte y la privación de sueño y el cansancio, me habían provocado mucho daño, así que le sugería a Monse tomar este día para recuperación, dormir más y llevarla más suave. Así lo hicimos.

Nos levantamos más tarde de lo normal. Mientras Monse desayunaba, yo me fui a cambiar dólares y en cuanto regresé, partimos a la estación de metro de Allende, rumbo a Tasqueña (la última hacia esa dirección). La novedad el día de hoy es que llegamos hasta la última estación del metro, a partir de donde tuvimos que tomar el llamado tren ligero, que consiste en un tren eléctrico, también conocido en muchos países como tranvía.


El viaje en metro fue de unos 20 minutos y en tranvía un poco más. Al salir de la estación, fuimos al embarcadero (se nombre Belem) y tomamos un paseo en trajinera de una hora en 350 pesos con don Miguel como conductor y guía. Al regresar decidimos comprar algunas cosas a una lancha-tienda. No esperé comprar tanto, se me fue lo había presupuestado para el resto de la estadía en México, pero en general quedé conforme.


Al terminar fuimos al centro de Xochimilco, en donde nos acercamos a un mercado. Como siempre, intenté ver productos nuevos y encontré una venta de grillos cocinados. Monse y yo ya somos oficialmente “catadores de chapulines”. Más adelante pasamos por el resto del mercado viendo y logré probar tejocote y zapote negro, así como ver una que otra cosa desconocida. Compré unas mandarinas y visitamos un par de iglesias, entre ellas la catedral de Xochimilco. Empezamos a comernos las mandarinas y las compartimos con varias personas sentadas en el lugar. Los señores nos dieron guías para visitar los dos museos cercanos, pero Monse no estuvo interesada en ir y (aunque yo sí lo estaba), como yo llevaba carga, no me dio por insistir.


Cuando finalmente llegamos a la estación de trenes ligeros, decidimos bajarnos en una estación intermedia llamada Estadio Azteca. Monse hizo un recorrido por el lugar (80 pesos) mientras yo la esperé (duró como 1 hora) y regresamos luego hasta la estación.


Creo que no mencioné el precio de los trenes ligeros: pues bien, cuesta lo mismo que el metro (3 pesos) y tras llegar a Tasqueña, fuimos a tocar el metro. Compramos el tiquete y nos encontramos una protesta de estudiantes, en que exigían que el pasaje del metro no subiera de 3 a 5. No sabemos cómo, lograron tomar varias partes de las entradas y dejar una entrada para el metro libre (se podía pasar sin tiquete).


Nos volvimos a bajar en Allende y luego fuimos al hotel para dejar mi carga. Salimos a comer y encontramos un lugar en donde se comía rico y muy barato, algo como Manolo o algo así, mañana confirmo.


Fuimos al hotel y luego salí a hacer un retiro en cajero. De regreso, arreglamos cuentas.


Mañana nos tocará el Centro Histórico, si Dios quiere.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Nuevamente en Chapultepec: zoológico y Museo de Antropología

Ciudad de México, México. Domingo 8 de diciembre (2013)

Hoy habíamos quedado salir más temprano para tener tiempo de ir al zoológico de Chapultepec y al Museo de Antropología. Nos levantamos media hora antes y le pusimos para ir pronto a desayunar y salir en metro hacia allá.


Para llegar subimos en Zócalo en línea 2 hasta Pino Suárez y luego de ahí en línea 1 hasta Chapultepec. De la terminal fuimos a pie hasta el zoológico, tardando unos 20 minutos. Finalmente pudimos ver los lagos y la larga fila de negocios de esa zona del parque.


La entrada al parque es gratis, pero hay que dejar los bultos en la entrada. Nosotros solo llevábamos los camel back, así que tras una pequeña revisión, pasamos directo.


Poco después de entrar, Monse y yo nos separamos, así que compré un mapa e inicié el recorrido solo, esperando encontrármela en algún momento.
El zoológico es muy grande y pude ver animales que no conocía por primera vez: jirafas, rinocerontes, lobos, hipopótamos, panda gigante, panda rojo, algunos monos muy bonitos y muchos bichos que ni sabía que existían.


Terminé el recorrido y jamás pude ver a Monse. Salí a eso de las 13:40, la esperé en la salida y empecé a recorrer los puestos de venta buscándola, volviendo poco después a la salida del parque. Ahí estuve hasta a eso de las 14:30, pero decidí dejarle un recado con el guarda a Monse, por si ella venía buscándome, pues pensé que lo más posible es que ella ya se hubiera ido para el Museo de Antropología. En el mensaje le dije que me viera a las 6 en la entrada del museo 

y que sino, la esperaría hasta las 18 y 40 en el metro Chapultepec.

El museo es enorme, ordenado y un éxito completo. Cuando estaba en la sala de los mexicas, Monse me encontró. A partir de ese momento terminamos el recorrido a golpe de tambor para poder regresar a tiempo a misa en la Catedral de México a las 7.


Salimos del museo directo a la estación Auditorio de la línea 7, hicimos trasbordo (en mexicano “correspondencia”) en Tacubaya y luego tomamos línea 9 hasta Chabacano, para hacer otra correspondencia de línea 2 hasta el Zócalo.


No lo logramos para misa de 7, pero sí de 7 y 30, que por dicha había. Luego fuimos a comer nuevamente en Potzollcalli (hoy sí comí un montón) y luego para el hotel, donde decidimos ir a Xochimilco y Coyoacán mañana por ser lunes y aprovechar para usar el tren por primera vez.

domingo, 8 de diciembre de 2013

El Castillo de Chapultec y tres museos

Ciudad de México, México. Sábado 7 de diciembre (2013)

Después de desayunar fuimos al Zócalo y tomamos el metro por primera vez en México. Aunque anoche me había parecido rarísimo, me di cuenta de que es igual que otros lugares. Teníamos que hacer una conexión, así que de la “Zócalo” teníamos que tomar un metro de línea 2 a Pino Suárez, bajarnos y tomar otro metro pero línea 1 hacia Chapultepec. Costo: 3 pesos, es decir, unos 114 colones de Costa Rica. Este es el mejor medio de transporte, aunque tiene sus riesgos: pueden empujar y hay ciertos delincuentes que roban ahí.

Al terminar el viaje salimos y empezamos a caminar hacia el Castillo de Chapultepec. Primero pedimos algo de guía con unos jóvenes voluntarios, con lo que planeamos mejor el día. Primero fuimos al Castillo de Chapultepec, rumbo a donde se encuentra un monumento en honor de 6 jóvenes que murieron ahí en la batalla de (creo) 1847, en que México fue invadida por los Estados. Unidos. En el Castillo se ubica el Museo Nacional de Historia (57 pesos y es gratis para estudiantes con carné). Ingresamos ahí cerca de las 11 de la mañana. El lugar es muy lujoso y tiene una buena colección de objetos y cuartos de gran importancia para la historia mexicana. Ahí se nos pasó más tiempo de lo que hubiéramos esperado, pues tras visitar también el Museo del Caracol (46 pesos y estudiantes gratis), salimos ya a eso de 16 horas.

Posteriomente fuimos al Museo de Arte Moderno (25 pesos y estudiantes gratis). Ahí tenían diversas exposiciones y vimos dos pinturas de Frida Kahlo (“El Coco” y “Dos Fridas”). También vimos obras de Diego Rivera, David Siqueiros, José Luis Cuevas, Clemente Orozco, Rufino Tamayo, Francisco Toledo, Juan Soriano y Pedro Coronel.

Salimos como a las 17 y 15 y empezamos a caminar hacia el Ángel de la Independencia (nombre científico: “monumento a la Independencia”). Antes de llegar hasta allá, pasamos por la famosa Fuente de la Diana Cazadora. Para regresar buscamos opciones y atravesamos parte de la Zona Rosa, en busca de la entrada Insurgentes del metro, regresando de esta forma al Zócalo.

Salimos a buscar un restaurante que Monse quería visitar, y cenamos-almorzamos a eso de las 20:30, regresando al hotel poco después.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Visitando a la patrona de México: la Virgen de Guadalupe

Ciudad de México, México. Viernes 6 de diciembre (2013)

Hoy salimos del hotel más o menos a la misma hora de ayer. Desayunamos en Visconia y tuvimos que ir a cambiar dólares por pesos. Teníamos una vaga guía de cómo llegar a la Basílica, pero hubo algunos imprevistos: llegamos a donde originalmente nos dijeron que el bus salía pero no era cierto, nos enviaron a otro lugar pero la calle estaba bloqueada, así que tuvimos que devolvernos al sitio original. Finalmente lo logramos, pero la parada quedaba mucho más lejos de lo que pensábamos. Nos cobraron a cada uno 5.5 pesos (unos 210 colones).

El viaje duró unos 15 minutos y una parte la hicimos siguiendo una especie de boulevard construido especialmente para los romeros, desde donde pudimos ver procesiones de gente avanzando hacia el templo.

No voy a dar detalles de qué se puede ver en cada lugar, pues son muchos. Primero pasamos a la Basílica nueva, en donde me pude confesar. Monse y yo nos separamos y nos encontramos varias veces. Pudimos ver de cerca la imagen de la Virgen de Guadalupe, comprar recuerdos, etc.

Empezamos a recorrer todo el sitio: quemador de veladoras, estatua de Juan Pablo II, bautisterio, el museo, capilla de Juan Diego, capilla del Pocito, Iglesia del Cerrito, los jardines, la Basílica antigua, capilla de los juramentos, etc.

Fue un poco cansado, pero el lugar es bonito y el ver peregrinos nos permitió conocer gente un poco distinta a la que hemos visto estos días. Para regresar, tomamos un bus que usó otra ruta (duró poco más de los 20 minutos) y que nos dejó directo en el Zócalo, que todavía no habíamos recorrido.

Tras encontrar nuevos lugares para comer y almorzar-cenar, hicimos un reconocimiento general de los edificios e incluso nos dieron una breve guía sobre el Templo Mayor. Visitamos también la enorme Catedral y el propio Zócalo. Por primera vez entramos en el metro y regresamos al hotel por otra ruta.

Al principio solo habíamos alquilado tres noches, así que decidimos alquilar otras cuatro y terminar nuestra estancia en México en ese hotel.

Tras hacer cuentas monetarias, revisar los recuerdos y hacer los reportes usuales vía Skype, terminamos el día. Mañana planeamos ir a Chapultepec, donde posiblemente gastaremos unos dos días.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Parque Arqueológico de Teotihuacán

Ciudad de México, México. Jueves 5 de diciembre (2013)

Hoy me desperté hasta las 7 y 15 y no valía un cinco, estaba cansadísimo. Aclaro que no tomo, simplemente me he estado acostando muy tarde y eso me ha cobrado factura poco a poco. De todas formas me esforcé para empezar el día y cumplir con la meta: visitar el legendario campo arqueológico de Teotihuacán, que significa, “el lugar en donde los hombres se convierten en dioses”.
Tuvimos un desayuno típico mexicano (así le llaman en el local) e investigamos brevemente cómo llegar hasta Teotihuacán. La indicación fue ir hasta el Palacio de las Artes (que es el nombre del teatro nacional de México, el cual habíamos visitado ayer) y tomar el trolebús. Nunca me había subido en uno, así que la idea me entusiasmó. Desde el día anterior habíamos visto los famosos trolebuses y ya estábamos familiarizados con ellos. Se trata de una especie de tranvía-bus, es decir, un bus eléctrico que lleva una estructura en su parte superior que va en contacto con unos cables que le proveen de energía para moverse. Cero emisiones de dióxido de carbono y hacen muy poco ruido. La tarifa es única, 4 pesos mexicanos y hay que llevar el dinero exacto. Al subirse, las monedas deben depositarse en una ranura especial y mover una palanca. El chofer solo se encarga de tomar los tiquetes que se dispensan y entregárselos al pasajero.

Ciudad de México tiene cuatro estaciones de autobuses principales, una para cada punto cardinal. Tras tomar el trolebús, fuimos hasta la Terminal Norteña, viaje que nos tomó unos 15 minutos. Al llegar a la terminal preguntamos y fuimos a comprar los tiquetes de bus hasta Teotihuacán. Nos cobraron 80 pesos por cada uno, incluyendo el viaje de regreso. El bús salió unos 15 o 20 minutos después. Es necesario pasar rayos equis y dos revisiones para abordar el bús y el viaje mayoritariamente va por autopista y dura cerca de 1 hora.

El parque tiene como cuatro puertas distintas para ingresar. Nosotros ingresamos por la puerta número 1, pero como salimos tardísimo, llegamos a eso del medio día. Al inicio nos atrasamos mucho más que todo por los vendedores y porque el propio lugar es enorme, lo cual hace algo lento movilizarse. También recibimos una charla de parte de un funcionario del parque muy completa e interesante, que nos ayudó mucho a entender el cómo y porqué de Teotihuacán.

El campo mide como unos 4 kilómetros de largo siguiendo la dirección sur-norte, que es la misma que sigue la llamada Calzada de los muertos. Empezamos por un templo impresionante, la Pirámide de la Serpiente Emplumada, o templo de Quetzalcoátl. Lo impresionante no es su tamaño sino su decoración, preservada casi en forma íntegra y formada por estatuas y figuras. A excepción del templo Rosalila en Copán (Honduras), nunca había visto nada igual. Cerca hay un conjunto de estructuras que la acompañan y que también visitamos.

Continuamos por la Calzada de los Muertos, lugar del que había escuchado desde que era niño. Cruzamos un pequeño río y doblamos a la derecha pues vimos una desviación hacia el museo. La desviación nos llevó al lado del río (que sin exagerar, tiene un fuerte olor a tanque séptico) unos 800 metros. En el camino conocimos a una señora italiana con la que empecé a hablar en inglés, la cual nos acompañó hasta el museo, en donde nos separamos pues íbamos a ritmos distintos.

El museo muestra piezas encontradas en excavaciones y detalles sobre la vida de los teotihuacanos, que es el nombre con que se conoce a la cultura que desarrolló y construyó el sitio. De ahí salimos hacia la Pirámide del Sol, una estructura impresionante de más de 60 metros de altura. Según mis estimaciones, la subiríamos en unos 5 minutos, que fue el tiempo que tardé subiéndola. Según lo que había escuchado, eran como 600 gradas, así que realmente me sorprendí cuando llegué arriba pues para nada había subido tantas. La verdad pensé que iba a ser un reto.

Monse llegó unos minutos después y ahí volvimos a encontrar a la señora italiana. Me dediqué a sacar fotos mientras Monse estaba sentada en la parte más alta, hablando con ella.

Ahí me separé de Monse para ir a la otra pirámide, pues ya era tarde y había el riesgo de que no nos diera tiempo de visitar todo. De regreso en la Calzada de los Muertos, empecé a recorrer cada esquina, a subir cada estructura que lo permitiera, y sobre todo, a buscar buenos puntos para fotografías. Antes de subir la Pirámide de la Luna fui al complejo arquitectónico, Quetzalpapálotl, en donde se pueden observar intrincadas estructuras que me recordaron a las ruinas de Pompeya, con frescos y relieves conservados. La temperatura de algunas secciones es notoriamente más baja que la del exterior, lo que me inició una fuerte tos que me complicó al menos las siguientes 4 horas siguientes. A partir de ese momento, dejé de ser quien era. Me dolía el pecho y me faltaba la respiración. Fue bastante triste.

Cuando iba para la pirámide me topé a Monse, quien ya la había subido. Seguí sacando fotografías y subí la pirámide, pero solo están habilitadas las primeras 40 o 50 gradas, pues el paso fue cerrado debido al deterioro y al parecer, porque varias personas se habían accidentado.

Regresé al complejo Quetzalpapálotl, en donde hay una salida, y se me ocurrió que Monse podía haber ido a un museo de murales que yo le había dicho que era el mismo complejo Quetzalpapáyotl por error. Pensé que tal vez ella se había dado cuenta de que sí existía y aprovechando a que ya casi cerraban el museo, había decidido ir a visitarlo. Mi tos ahí fue crítica. Esperé un rato, pero como había quedado con ella de vernos a final del día frente a la pirámide del Sol, se me ocurrió que ella habría ido ahí. Efectivamente, ahí nos volvimos a encontrar.

Caminamos muy lentamente debido a mi condición y conocimos una parte que nos brincamos por ir al primer museo, sacamos unas fotografías y finalmente salimos del parque, a eso de las 17:40 (supuestamente cerraban el lugar a las 17 horas).

Esperamos un poco y tomamos el bus de regreso. Usamos un camino distinto al de cuando veníamos y tardamos como unos 15 minutos más.

Tomamos luego el trolebús y buscamos comida en un restaurante recomendado que pensamos era muy caro pues parecía muy lujoso. Ciertamente era más caro de lo normal, pero estaba dentro del rango de lo aceptable. Monse y yo quedamos felices y llenos, compre un jarabe para la tos y regresamos al hotel de seguido.

Hoy estuvo genial, es un campo arqueológico más que quería visitar hace muchos años.

Mañana planeamos ir a la Basílica de Guadalupe. Veremos qué tal nos va.


jueves, 5 de diciembre de 2013

¡Hacia la tierra de los aztecas!

México D.F. Miércoles 4 de diciembre (2013)

Lamentablemente desde finales del 2011 que no había vuelto a salir del país. El año pasado varios proyectos se habían caído, pero gracias al empujoncito de mi amiga Monse, empezamos a buscar opciones: Cuba... nop, temporada de huracanes, Colombia... nop, tenemos muy poca información, Ecuador... sip, ¡suena muy bien!, pero... mmm... el tiquete subió 166 dólares desde la última vez (ya no me empezó a gustar tanto...), ¿México?... ¡entrémosle a México!

Hoy salimos de Costa Rica a las 7 de la mañana, con muy buen clima. Jamás había seguido esa ruta en avión y fue impresionante la cantidad de volcanes que pudimos ver. Calculo que esa ruta permite ver al menos 9. Monse estaba muy 
contenta, pues ha tenido durante mucho tiempo el sueño de viajar en avión.

Llegamos un poco antes de lo estimado a México, faltando unos 20 minutos para las 10 de la mañana. Jamás había estado en este país, así que todo me llama la atención. De acuerdo a lo que investigué, hay demasiado que ver.

La llegada no fue tan traumática, pues esperé que el aire me produjera irritación inmediata, lo cual gracias a Dios no ocurrió. Fuimos favorecidos con la revisión de las maletas por parte de las autoridades federales, así que tuvimos que esperar unos minutos adicionales, nada grave. Tras recuperar las maletas, Monse pasó aduana sin problemas, mientras que nuevamente fui seleccionado para la revisión de mis maletas. Vaya. Ojalá tuviera suerte para ganarme premios también.

Inmediatamente pasamos a comprar un tiquete de taxi hasta nuestro hotel. No puse atención y terminé pagando 303 pesos y contratando un carro colectivo para siete personas. Nos dimos una vuelta para verificar tasas de cambio de dólares por pesos y finalmente nos devolvimos al puesto de taxi. Pregunté si era posible cambiar ese taxi por uno pequeño y recibí una negativa, aunque el encargado me ofreció devolverme el dinero. Sin dudarlo le pedí el favor, tras lo cual contratamos un taxi más pequeño por 205 pesos. El taxista se llamaba Eduardo y muy amablemente nos dio muy buenas guías sobre cómo movernos en la ciudad.

Ya en el hotel decidimos solo contratar tres noches y no las que teníamos planeadas, pensando en la posibilidad de alquilar también en otra ciudad, como Guanajuato. Fuimos al cuarto y escribí un correo a mi familia avisando que todo estaba bien y de seguido creamos una cuenta de Skype para Monse, con el fin de que su familia pudiera usarla para comunicarse con nosotros.

Como no teníamos pesos, tuvimos que dejar guardados los valores en una caja de seguridad. Encontramos una casa de cambio en Madero, pero no pudimos cambiar nada pues nos pidieron el pasaporte. Tuvimos que regresar al hotel, Monse cambió algo de dinero y luego fuimos a buscar algo importante y amado por todo nosotros: comida. Como eran cerca de las 14 horas y no encontrábamos un lugar que nos llamara la atención, recurrimos a un Burger King (espero que no nos vuelva a pasar). Fuimos luego a la Torre Latinoamericana, en donde la entrada nos salió en 80 pesos (70 de entrada al mirador + 10 para acceso a dos exposiciones), fuimos directo al piso 37. La vista es impresionante y luego subimos a los pisos 42, 43 y 44 (aquí está la terraza del edificio). Las exposiciones estaban en los pisos 38 (había una sobre los orígenes históricos de la ciudad de México y otra sobre la Torre Latinoamericana) y en el 36 (que era el Museo Bicentenario, sobre la historia mexicana).

Cuando habíamos estado en la terraza, Catalina -una funcionaria local-, nos dio una completa explicación de las ubicaciones de los puntos más importantes de la ciudad y nos recomendó regresar en al noche, pues la entrada era válida hasta las 22 horas y no tendríamos que pagar nada extra. Para pasar al rato, además de ir a las exposiciones del piso 38 y 36, fuimos a sitios cercanos: El Palacio Nacional, la Alameda Central, el quinto correo, una iglesia cercana viejísima y muy impresionante (daba como miedo) y volvimos a subir a la torre a eso de las 19 horas. Ciertamente, la vista nocturna vale la pena.

Como estábamos llenos, compramos agua y pasamos por unos panes de regreso al hotel. En recepción me dijeron que mi hermano había llamado, pero realmente había sido Carlos, el hermano de Monse. También me indicaron que tenía que buscar la llave, pues ellos no la tenían, lo malo es que yo tampoco. Al subir al cuarto contactamos a la familia de Monse y nos pusimos de acuerdo para futuras comunicaciones, arreglamos cuentas económicas y empecé esta bitácora.

De momento creo que México promete mucho, la gente es amable y hay demasiado qué ver. Esto apenas inicia y si Dios quiere mañana hay muchos planes.

domingo, 23 de junio de 2013

Pompeya: se cumple un sueño (visita a las ruinas)

Pompeya, Italia. Jueves 3 de marzo (2011)

Como mi tren salía a las 05:41, tuve que levantarme muy temprano. Salí del Ostello Marello a las 05:09, más tarde de lo que había esperado. Quince minutos después validé mi tiquete de tren y puntualmente, el tren partió hacia Nápoles. Realmente quería disfrutar del viaje y poner mucha atención al recorrido, pero la mayor parte del tiempo me la pasé cabeceando y como aquí amanece a eso de las 06:30, hubo un tiempo en que prácticamente no se veía nada excepto las luces artificiales. No podía tampoco dormirme a gusto, pues podía pasarme la estación, así que realmente fue un viaje incómodo.

En fin, llegamos a la Napoli Central poco después de las 08:20 (de acuerdo a lo estimado). Sin problema alguno encontré la estación del Circunvesubiano y de inmediato fui a buscar información para tomar el tren correcto. Esta vez solo tuve que pagar 2,40 euros (Línea Napoli-Sorrento, destino Pompei-Scavi). El tren saldría unos minutos después, a las 08:41 por la plataforma número 3.

El tren venía atrasado, así que tuve que esperar 5 minutos más, casi casi me embarco, pero logré preguntarle a alguien y bajarme del tren incorrecto.

Llegamos a la estación de Pompei-Scavi a las 09:25. Como siempre, empecé a seguir gente (niños, no intenten esto) y llegué sin problemas a las puertas del campo arqueológico.

El tiquete cuesta 11 euros, pero decidí comprar un tiquete que costaba 20 pues incluía también Ercolano, Boscoreale, Oplonti y Stabia. Aunque realmente solo espero poder visitar Ercolano, ya con ese tiquete me gano 2 euros :)

Estaba lloviendo en forma intermitente, lo que dificultó el recorrido. Realmente Pompeya es muy distinto a como yo me lo había imaginado. Para empezar, pensé que era más pequeña. Es increíble saber que toda la zona fue cubierta por una capa de ceniza volcánica y lapili de entre 6 y 7 metros. Puedo imaginar la fuerza del estallido del Vesubio ese 24 de agosto del año 79. Debió ser simplemente aterrador.
Ciudad de Pompeya.
Volcán Vesubio visto desde las ruinas.
El lugar tiene entre otros un Anfiteatro, mercado (era especialmente para la venta de pescado), templos, casas de veranos, casas de habitación, bodegas en donde se ha acumulado parte de las vasijas y demás hallazgos arqueológicos, decenas de muestras artísticas de la época (murales, pinturas, esculturas, muchos mosaicos).
Una de las víctimas.
Interior de unas de las edificaciones (una parte fue restaurada).

Uno de los lugares más famosos es una pequeña edificación que servía como prostíbulo. En la época se conocía como un lupular, pues como en Pompeya se reunían gentes de muchos idiomas, las mujeres que trabajaban ahí anunciaban sus servicios aullando como lobas.

También esperé que hubiera cuerpos de las víctimas por doquier. En total, solo vi un perro y como cinco personas, aunque ahora se que una de las partes que no visité tenía varios cuerpos más. La visita es complicada, algunos de los puntos marcados están cerrados y otros puntos quedan muy dispersos, pero en general, recorrí cerca del 90% del campo. Algunos sitios no intenté buscarlos pues no pensé que fueran importantes o no me interesaron, pero pude visitar todos lo que quería. Al final del día estaba agotado, especialmente porque todo el recorrido tuve mi bulto conmigo y realmente pesaba mucho, lo que me provocó un muy fuerte dolor de espalda. Había empezado como a las 10 de la mañana y terminé a eso de las 16 horas.

Inicié la búsqueda de hospedaje, pero por falta de un mapa de Pompeya, la búsqueda se complicó muchísimo más de lo que pensé y eso me cansó mucho más.

Al final, seguí una instrucción que me llevó a un hostal que ya no existía y me encontré con Ana, una señora que me condujo hasta el Hotel Apollo, cobrándome 25 euros, monto que pensé que a esas horas sería imposible obtener. La verdad quedé bastante conforme con el lugar y ya estaba empezando en considerar quedarme en el primer hotel en que me aceptaran, aunque me cobraran mucho más de lo que tenía pensado.

Fui a la estación a comprar el tiquete, pero el vendedor me dijo que habían algunos horarios cancelados y que no sabía si iba a haber bus de 08:00 y que lo que debía hacer era estar frente al anfiteatro antes de las 08:00 del otro día y ahí comprarle el tiquete al chofer.

Regresé, me bañé y empecé a escribir, pues hace varios días que no actualizo el blog. Lamentablemente no tenía conexión a internet, por lo que lo actualicé en un archivo de texto y me acosté como a las 22:30.

domingo, 16 de junio de 2013

Roma 9: las grandes basílicas de Roma

Roma, Italia. Miércoles 2 de marzo (2011):
En la mañana fui a Tuodi a comprar mi desayuno, investigo en internet y me doy cuenta de que Elsy me hizo la tan necesaria transferencia de plata.

No pierdo tiempo y prácticamente solo ocupo cruzar la calle para poder retirar el dinero. El trámite fue sorprendentemente simple: presentar el pasaporte y el número que se recibe de parte de Western Union. Listo. A ponerle, el plan era visitar las grandes basílicas romanas.

La primera que quería visitar quedaba lejos. Me habían pasado el santo de que cerca había una estación de metro, lo que hacía innecesario ir hasta la Roma Termini, así que me dirigí y compré un tiquete en dirección a Cavour. Cuando me puse a hacer cuentas ví que esa terminal me servía si iba para el lado contrario, así que tuve que buscar otra estación y perder ese tiquete (1 euro es un euro) y comprar el tiquete Cavour-San Paolo.

Un poco antes de las 13 horas llegué a la Basilica di San Paolo Fuori le Mura (Basílica de San Pablo Extra Muros). ¿Cómo describir todo lo que puede encontrarse en ese enorme templo? Mmm... lo voy a intentar. 

Este lugar es de los templos más importantes y grandes del cristianismo. Contiene un detalle interior impresionante y entre otras cosas:
  • La tumba de San Pablo, el gran Apóstol de las Naciones y la cadena con que –según la tradición–, fue encadenado durante su cautiverio en Roma.
  • Debajo del templo se encuentran restos de la primera Basílica Constantiniana (siglo IV).
  • La Fiamma Paolina Perenne (la eterna llama paulina).
  • La Porta Paolina, en donde se encuentran talladas escenas importantes de la vida del apóstol.
  • Unos hermosos jardines en donde se encuentra la famosa estatua de San Pablo, representado con una espada.
  • La Fiama Paolina.
  • En el Chiostro della Basilica (claustro) tenemos una Pinacoteca, el Museo Lapidario y una colección de reliquias de alto valor: San Esteban Mártir, San Juan Bosco, Santa Cruz, etc.
Sorprendente, pero faltaba mucho para que el día terminara, así que me dirigí hacia la segunda basílica, tomando nuevamente el metro.

Seguía el turno de la Arcibasilica Papale di San Giovanni in Laterano (archi basílica papal de San Juan de Letrán), a donde llegué pasadas las 16 horas.

Sobre este templo:
  • Es la catedral de la Diócesis de Roma, en donde se encuentra la sede episcopal de su obispo, es decir, nada más y nada menos que el Papa. Créanme.
  • Es la más antigua y la de rango más alto entre las cuatro basílicas mayores o papales de Roma. Incluso tiene el título honorífico de "Omnium urbis et orbis ecclesiarum mater et caput" (madre y cabeza de toda las iglesias de la ciudad de Roma y de toda la tierra). De esta inscripción tengo una foto.
  • A unos 100 metros al frente, se encuentra la estatua conmemorativa del encuentro de San Francisco y sus hermanos con el Papa Inocencio III.
  • En la nave central se encuentran estatuas impresionantes de los 12 apóstoles.
  • Hay una estatua en madera de San Juan Baustista (a quien es uno de los que se dedica el templo, el otro es Juan Evangelista) que data del siglo XV).
  • Sobre el altar hay un baldaquino con dos estatuas que conservan los cráneos de San Pedro y San Pablo.
  • Cerca de ahí se encuentra la llamada Scala Santa (Escalera Santa), la cual según la tradición fue la que subió Jesús en el palacio de Pilatos. No dejé de aprovechar para subirla de rodillas, que es al única forma permitida de hacerlo.
  • Su baptisterio es un edificio independiente y tiene la forma típica de los primeros siglos. Cuenta con una piscina en la que la persona se bautizaba por inmersión. Para mí, que he trabajado como catequista de bautismo, me resultó algo sumamente interesante.
No recuerdo muy bien, pero creo que nuevamente tomé el metro para regresarme al Ostello, aprovechando para obtener algunas fotografías nocturnas de la basílica de Santa Maria Maggiore (Santa María Mayor). El costado que visité me era desconocido, pues siempre había visto este templo desde el lado contrario. Su visita quedará para después.

En la noche fui nuevamente a comer en W.O.K. (7,80 euros) y a comprar el tiquete para Nápoles, con el objetivo de movilizarme hasta Pompeya el día de mañana. Este viaje lo he querido hacer hace muchos años, pero al ser mi primera vez utilizando los trenes en Italia, tuve que consultarle a Sor Elisa sobre los detalles.

Fue un largo log para un larguísimo día, pero faltan todavía días igual de intensos.

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